Oficio del bueno en la Tasca de Altamar (Las Condes)
Puede que haya que quitarle algo de drama a lo anterior, pero es cierto que no es difícil encontrar fuegos de artificio sin sustancia ni clásicos más trasnochados que clásicos. No es el caso de la Taberna de Altamar: casi cuatro décadas de oficio con el pescado y el marisco se notan, y mucho, en lo que llega al plato.
Porque, de entrada, lo que llega es lo que tiene que llegar: solo lo que hay fresco y está en temporada; si no hay, no hay, y se avisa nada más sentarse. Y entonces eliges tranquilo, aunque a veces suponga renunciar a los erizos o a los picorocos. Hay fondo de armario en La Tasca. No fallan los calamaretti, rebozados en condiciones (con oficio, sí): ligero, fino, seco, crujiente. Ni tampoco las machas a la parmesana: por fin un lugar en el que llegan, siempre, blandas y jugosas; nada de loterías, mucho de oficio.
Carta de vinos básica y de precios comedidos. Buenas opciones de postre, especialmente la torta de manjar y nueces, suficientemente poco empalagosa pero de las que llena el paladar sin contemplaciones. Un local, el de la Tasca, que conserva esa esencia del barrio que ya no está, sustituido por impersonales moles de cemento.
[La Tasca de Altamar / Noruega 6347, Las Condes - Santiago]
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