Ribeiro on the road

Desde la puerta de su bodega, bajo el justiciero sol del mediodía de agosto, Luis Anxo señala con el dedo y recita, como de memoria, la uva que tiene plantada en cada una de las pequeñas fincas que vemos, desde el río hasta el alto; cuenta las bondades de su suelo, alguna pequeña historia. La bodega de Luis Anxo posee más de cien fincas para juntar menos de tres hectáreas, algunas no llegan a los cien metros cuadrados. Así es el Arnoia, el minifundio vitivinícola por excelencia, la zona más artesanal del Ribeiro.

Pese a las evidentes dificultades de tal dispersión, Luis Anxo nos bendice con sus deliciosos escolmas: A Torna dos Pasás y Viña de Martín. Disfrutamos de este último a la sombra de una pequeña carpa a espaldas de la bodega, atendiendo a la voz de la experiencia: “Hai que escoitar o viño para saber o que pide”, contesta cuando es preguntado por la temperatura idónea de servicio de sus tintos.

Así transcurre la primera etapa de Ribeiro on the Road, un fin de semana en la región vinícola con más historia de España, que unos cuantos privilegiados pasamos por cortesía de María Fechoría – a la cabeza de la cual se encuentra Xoan Cannas – y Ribeiros do Avia. Habíamos partido del Monasterio de San Clodio, a cuya viña regresaríamos para comer; luego, un par de horas en las Termas de Prexigueiro, relajando el cuerpo para la visita a Casal de Armán que cerraría la jornada del sábado.

Los hermanos González Vázquez han recogido el testigo familiar y potenciado, sin duda, la actividad en torno a Casal de Armán, hotel rural, restaurante y, sobre todo, bodega. Salvamos los casi doscientos metros de desnivel de su nuevo viñedo sobre el Avia, en Banga, descendiendo entre los socalcos a los que las máquinas van dando forma para acoger las variedades blancas de la bodega, principalmente treixadura y albariño. Cenamos, bajo un cielo estrellado, en el jardín del hotel, presidido por el campanario de San Andrés de Camporredondo. Viandas del mar y de la tierra, blancos y tintos de la bodega, pruebas de barrica y gin-tonics finales antes de volver a dormir al recogimiento del Monasterio.

Poco después de las once de la mañana del domingo llegamos a Coto de Gomariz, en plena milla de oro del Avia. Durante más de tres horas, Xosé Lois Sebio – autodefinido como viñerón, enólogo y talibán de la viña: leedlo en Viños de Encostas – desprende entusiasmo por todos sus poros y nos lo transmite de manera contundente, ya sea hablando de la uva, del suelo, del clima o de la historia del Ribeiro, ya sea extrayendo pruebas de sus barricas. No para de hablar, de gesticular, de hacer que el tiempo vuele recorriendo los viñedos: el bonito “para periodistas” y los que le gustan a él, los de la viticultura biodinámica casi extrema, los que hacen sufrir a la planta para obtener la mejor uva. Probamos sus barricas, catamos los matices que quiere darle a sus vinos, degustamos el sentimiento que pone en ellos. (La foto de Sebio sobre las barricas es de Ramón Escuredo)

Cerramos la ruta comiendo en el Muíño das Lousas, un precioso enclave situado literalmente sobre el río Arenteiro. Pese a lo que pudiera pensarse en primera instancia, el restaurante practica una cocina actualizada y ofrece un menú degustación, que en nuestro caso complementamos con los vinos de Coto de Gomariz. Al aire libre, a la sombra y sobre el río, fue el broche perfecto antes de la despedida.

Para el que tenga interés, las siguientes Galicia on the Road tendrán lugar en Rías Baixas – agosto – y Monterrei – septiembre –. La información, en la web de María Fechoría.

Comentarios

  1. Fenomenal el post, y mejores fotos. Ahora a ver que pongo yo...

    Un abrazote!

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  2. Bueno, bueno, lo de hablar en profundidad de vinos te lo dejo a ti :-)

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  3. Genial artículo, Manoel!
    Espero que pronto podamos compartir otra aventura On The Road!
    Un abrazo.

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