Corderito al horno en el Landa Palace (Burgos)
El entorno del hotel es realmente atractivo. Un remanso de paz a escasos metros del hervidero del tráfico, como estar en el centro de un pueblo aislado, de esos en los que paras casi por casualidad camino de un destino más conocido. Por las fotos de su página web, parece que las cinco estrellas sí se las merece.
Un largo pasillo con gruesos muros de piedra a un lado y una gran cristalera a la plaza al otro hay que atravesar para llegar al clasiquísimo comedor, de madera y piedra, el atuendo de camareros y camareras más clásico todavía. Como clásica es la carta, pero uno se acerca al Landa a buscar el producto, la preparación tradicional.
Abrimos la monográfica sesión con unas mollejas de cordero al ajillo, francamente estupendas: doraditas por fuera, muy tiernas y con un intenso sabor potenciado por el ajo. Luego llegó el corderito lechal al horno, abundantísimo en su cazuela de barro, sólo, sin nada que distrajera la atención (las ensaladas, en plato aparte). Daba la sensación de que estaba preparado como tiene que hacerse cuando el cordero es bueno y tierno: apenas un poco de agua, aceite y sal. El resultado, excelente.
Los postres, para cerrar, más normalitos. Una tarta de manzana y un pastel fraicheur de limón y praliné. Un par de cafés y de nuevo al coche, rumbo a Donosti.
Pagamos por la comida cien euros, cincuenta por cabeza, incluyendo media botella de Arzuaga y agua, además de lo indicado. No discuto el precio, dada la calidad de la materia prima que nos pusieron, pero no me gustó el hecho de que casi veinte euros aparecieran con un cierto disimulo: cuatro del pan, casi nueve por las ensaladas que acompañaban al cordero y casi siete por el IVA.
En fin, este detalle al margen, el Landa se merece la fama que tiene: un cordero estupendo preparado con sabiduría a la manera de siempre.
[Hotel Landa Palace / Ctra Madrid-Irún Km 235, Burgos / Ubicación]
El Landa es un clásico, tanto el hotel como el restaurante, que hace años que no visito pero que es un valor seguro.
ResponderEliminarEn mi última visita a Burgos sí me dejé caer por el otro indispensable que comentas, el Ojeda; nos sirvieron una "deconstrucción de sopa castellana" que no creo que vaya a olvidar nunca.
Un saludo,
No me extraña, Melvin. Creo que yo tampoco la olvidaría, al menos por el nombre.
ResponderEliminar