Iniciando el periplo por Extremadura
Tras unas cuantas horas de coche, ya estamos en Cáceres. Llegamos tarde, cansados, pero no lo suficiente como para no tomar un platito de jamón, probar el tinto de la tierra - anotad: Viña Puebla, D.O. Ribera del Guadiana - y tomar un helado mientras paseamos por esa maravilla que es el casco histórico de Cáceres: en febrero, de noche, la única compañía eran las estrellas, las cigüeñas - que parecían saludar desde lo alto - y el eco de nuestros pasos. Impagable.
Nos alojamos en pleno centro, en la Plaza Mayor, hotel Casa don Fernando, un tres estrellas que está de maravilla. Esta es la vista que tenemos desde el balcón de la habitación.
Y mañana, Trujillo, más Cáceres y ¡cena en el Atrio!
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