Asador Coruña: la sencillez efectiva de una buena parrilla
El Asador Coruña está en una zona tirando a alejada, cerca da la estación de trenes, ocupando una esquina de un edificio insulso. Su entrada, angosta, es toda una declaración de intenciones: la barra y, detrás, las brasas y las parrillas funcionando a todo ritmo. El comedor es espacioso y el servicio, ágil y amable.
De entre las diferentes posibilidades para los entrantes que ofrece la carta, hoy nos fuimos al mar. La ración de almejas, abundante y con buenos ejemplares, fue de notable alto; ya es algo muy particular, pero para el sobresaliente, yo necesito un preparado a la plancha, con un aceite intenso: las de hoy venían acompañadas de una salsa verde correcta. Complementamos las almejas con un estupendo calamar - cómo no, a la parrilla - con risotto de marisco.
Para los segundos, regresamos a la tierra, pese a que las alternativas de pescado no sonaban mal: lubina a la parrilla en piezas para dos personas o un mero del que tengo buenas referencias. Y aunque la especialidad del lugar, en lo que a carnes se refiere, probablemente sea el chuletón - servido en crudo, en tiras finas, con plancha caliente para que el comensal se lo prepare al gusto; realmente impresionante de ternura y sabor, tiene el inconveniente de la humareda que puede llegar a ser molesta si muchos coinciden en la elección -, en esta ocasión nos fuimos a los solomillos. El de buey de mi compañero de mesa tenía una pinta impresionante; el mío, de ternera al Queso do Cebreiro, tiernísimo y en su exacto punto de crudeza, aunque quizás con demasiada presencia de la salsa.
Para los postres, probablemente lo más normal, un surtido de helados y un coulant de chocolate con helado de vainilla. El acompañamiento líquido fue un Campillo crianza - la carta, razonablemente amplia, es muy conservadora - y agua, además de dos cafés para cerrar. Pagamos cien euros, a cincuenta por cabeza.
Como conclusión, el Asador Coruña es una satisfactoria combinación de la honestidad de la brasa bien manejada con la calidad de la materia prima. Un valor seguro.
Manoel, voy de vez en cuando a alguna parrillada, que reconozco que es algo muy gallego, pero ésta no la conozco: me dejaré caer. Un saludo
ResponderEliminarHola, a la ultima cena que he ido con varios comensales despues de deleitarnos con las viandas correspondientes y el vino albariño servido, muy bien sevido de temperatura.Hubo un gran fallo, el cual fue las dos ultimas botellas que solicitamos a los camareros, las cuales no eran el mismo vino que habiamos pedido, las botellas si que eran las mismas. Y lo mas curioso fue que todas las botellas que se consumieran hasta el momento se descorcharon a la vista de todos los comensales menos las dos ultimas, aparte del color del vino que no era el mismo al vino solicitado. Una manera de acabar una cena soberbia en una cena fastuosa. Tengan cuidado con el vino. Un saludo
ResponderEliminarPerdon en vez de fastuosa queria decir desastrosa ya que fastuoso significa magnifico.
ResponderEliminarInfausta. Querías decir infausta.
ResponderEliminarExacto infausta, gracias por la corrección.
ResponderEliminaryo lo dejaría en "infame"
ResponderEliminarLo que fue esa casa y lo que es ahora...Mala calidad, mal servicio y mala educación, sobre todo por parte de la esposa del dueño
ResponderEliminarcreo que el restaurante está genial, en todo, en calidad y en servicio....y creo que te equivocas de asador porque Alberto, el dueño, no tiene esposa
ResponderEliminarel dueño tiene esposa y tres hijos varones
ResponderEliminarY una bicicleta
ResponderEliminarY una finca en oleiros.
ResponderEliminar