Arroz democrático en Aguieira (A Coruña)

El restaurante tiene más visos de mesón que de tal (pero con mantel y servilletas de tela, ojo). Estrecho al inicio, con tres o cuatro mesas distribuidas paralelamente a la barra, se abre al fondo con espacio para un par de grupos grandes. Hace algún tiempo que no veo por allí al bigotudo dueño, de esos que no es precisamente parco en la conversación. Normalmente, solía tomarse la libertad de elegir por ti los platos.

Nos apetecía el arroz, pero también probar varios de los primeros, así que nos animamos: cuatro entrantes para cinco. Unos pimientos de Padrón, en su punto en pleno veranito. Pulpo á feira, algo duro para alguno de los comensales; a mí me gusta así. Revuelto de zamburiñas y grelos, jugoso, aunque no sea precisamente la temporada de estos. Y una de las recetas tradicionales de la casa: croquetas de marisco, pequeñas y redonditas.

Apenas rebañada la última gota de aceite del pulpo, apareció ella: la cazuela de barro, humeante, con el mango del cucharón sobresaliendo. El arroz no se veía, pero ya se olía, ¡y cómo! Como sabíamos que las raciones eran abundantes, pedimos sólo tres raciones, suficientes para que todos pudiéramos repetir. El arroz es modesto: en vez de bogavante, lleva nécoras; poca almeja y mucho berberecho; las cigalas, pequeñitas; ese punto picante que hace tirar del vino, que siempre despista. Pero qué queréis que os diga: es muy resultón y se toma de maravilla.

Con el Albariño de la casa, cinco postres (tartas de piña, de almendra y al whisky) y unos cafés, la cosa salió en 20 euros por cabeza.